miércoles, 23 de octubre de 2013

Así me inicié en la investigación

Durante los años más tiernos de mi educación obligatoria, desarrollé un cliché del investigador que consistía en un cruce entre Sherlock Holmes y un científico afanado en sus experimentos. En el colegio, no cuestioné este idea porque, si bien nos ensenñaron a buscar información y a hacer encuestas, apenas recuerdo oportunidades en las que ganaran protagonismo nuestras propias ideas y desarrolláramos experiencias para probarlas y contrastarlas con las que estudiábamos. Más tarde, en un bachillerato de letras y una carrera de traducción no encontré muchas oportunidades para discernir mejor la investigación.

Quizá sus experiencias fueron distintas y de manera temprana agarraron una idea del investigador más precisa que la mía. En mi caso, permanecí a oscuras hasta que realizando una maestría sobre educación bilíngüe, me ayudaron a comprender que se podía investigar sin ser científico. Me dieron la oportunidad de hacer un proyecto de investigación sobre una cuestión que me concernía y estaba viviendo en mis carnes como docente andaluza en Nueva York: Si yo hablara la misma variedad del español que mis alumnos mejicanos, dominicanos y puertorriqueños, ?como afectaría a su aprendizaje?

De ahí y con el consejo de mis compañeros y profesoras, me sumergí en lecturas relacionadas, a veces, cogiendo ideas nuevas o dándome a conocer trabajos previos que apuntaban en mi misma dirección. Mi cometido iba ganando relevancia conforme descubría que otras personas habían ahondado en fenómenos parecidos. Había pasado medio año y aún después de mucho leer, resumir y hablar de la problemática, no conseguía esgrimir exactamente a qué le quería dar respuesta y cómo lo iba a hacer. Era un quebradero de cabeza que me tenía enganchada. 

Y es que todavía no había presentado mi investigación a sus protagonistas: los estudiantes. Compuse un video con maestros representando diferentes variedades del español mientras interpretaban una misma historia gráfica en voz alta. Preparé encuestas y preguntas abiertas. Seleccioné a un grupo diverso en su variedad y dominio del español y, finalmente, nos reunimos en tres sesiones para elucidar sus respuestas al material con y sin mi presencia. Sorprendente fue concluir que las diferencias dialectales no parecen afectar a los alumnos tanto como, por ejemplo, los estilos de enseñar o las cualidades expresivas de la voz del maestro.  

Al final, lo más gratificante no fue corroborar o no mis ideas, sino haber hecho el viaje, experimentar el cambio de perspectiva en una misma. Superé algunas preguntas y aún me quedan muchas por responder. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Dejate querer y entrevistar

Construir un espacio para difundir la investigación significa colaborar entre nosotros. Por ello, pretendemos que cada entrada semanal consista en una entrevista que amablemente nos concedáis para acercarnos a vuestra trayectoria, los proyectos en los que trabajáis o habéis trabajado, alguna anécdota y vuestra visión para investigar y cambiar.
  
Para completar cada entrada con éxito, sugerimos que nos facilitéis: 
- 15-20 minutos de tu tiempo.
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- Un ejemplar de trabajos realizados.
- Una imagen.
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